Es invierno

Fuera, la lluvia llena de perlas los cristales y el viento sacude furioso los orgullosos plataneros. Cierro los ojos y sin quererlo vienen a mí escenas de luz, añoranzas luminosas con olor a sal. Sin querer evitarlo me dejo llevar y recuerdo el tibio confort del sol sobre la piel, el gozo de pisar la arena descalzo por primera vez y la excitación de entrar al agua como quien vuelve a la madre primigenia, aquella que repartió la vida sobre esta tierra. Sin darme cuenta oigo rítmicos murmullos que me hacen volver atrás, muy atrás, y añoro los gritos al correr, los chapuzones porque sí, en definitiva, la alegría de vivir.
Con pereza vuelvo a mí y abro los ojos contento, en realidad no me molesta el invierno sino la posibilidad de haber perdido los recuerdos. Y ellos están ahí, dentro de mí, promesa de futuro....