Febrero no es la mejor época para visitar Estambul. Ya desde el avión veíamos las montañas nevadas alrededor de la enorme ciudad y pensamos que el frío dejaría una urbe vacía. Pero estábamos equivocados, lo primero que nos sorprendió era ver gente por todos lados y a todas horas.
Con el paso de los días llegamos a entender que es un pueblo acostumbrado a comerciar quizá por siglos y siglos de estar en una encrucijada entre continentes. Sólo así se entiende que exista el Gran Bazar o el Bazar de las Espécias, una lujuria de olores y colores:
Bazar de las Especias
Té de rosas
Una placita dentro del Gran Bazar
Luz y color...
Pero en cualquier rincón de la ciudad encontraremos mil y un comercios dedicados a la venta, muchas veces agrupados por tipos y barrios: la zona de las ferreterías, de la iluminación, de la música, de la fotografía...
Tintes en una tienda del barrio de las droguerías
Son zonas que no dependen del turismo, sino que están vivas porque forman parte de la idiosincrasia de la ciudad.
Estambul está cargada de história, y quizá su máxima representación aún en pié sea Santa Sofía, en realidad una mala traducción de su nombre griego original "Divina Sabiduría". Su forma actual data del año 530 aprox. ya que Justiniano I, un emperador romano de oriente, la encargó a Isidoro de Mileto y Antemio de Tralles. Las mezquitas posteriores se inspiraron en ella y fueron construidas mil años mas tarde tras la conquista de Constantinopla por Mehmet II en 1453.
Una vista de la nave central y la cúpula de Santa Sofía
La lámpara que cuelga justo debajo de la cúpula.
Una composición con unas vidrieras laterales
Un mosaico de Jesucristo
El perfil actual de la ciudad, lleno de cúpulas y minaretes, la hacen única y mágica. La espiritualidad que se respira en las grandes mezquitas sobrecoge e invita a la reflexión, aunque quizá esa sea su función.
El atardecer es un momento mágico en el patio de una mezquita.
Estambul vive de cara al mar. Una de las aficiones preferidas de la gente es ir a pescar al puente de Galata:
Y el puerto de Eminonu, junto al puente, es uno de los puntos de mayor bullicio de la ciudad. Los muelles de atraque de los barcos de pasajeros y los puestos de venta de pescado frito le dan un ambiente especial.
El pescado se frie en barcos y se vende en tierra.
De Eminonu salen la mayoría de barcos que enlazan las orillas de la ciudad, además de los que dan una vuelta por el bósforo a los turistas:
Atardecer en el Bósforo
Santa Sofia al fondo y el puente nuevo en primer término.
Siguiendo la ruta caminando que pasa por el puerto y el puente, llegamos a la torre Gálata, construida por los Genoveses en el siglo XIII. En la actualidad es un punto privilegiado para admirar la ciudad, en un buen día, claro.
Estambul está de moda en Japón...
Unas chicas turcas desde el interior del restaurante que hay en la torre.
Y si seguimos caminando desde la Torre Gálata y pasando por el barrio de las tiendas de música, llegamos a la calle Istikal. Me sorprendió ver allí tiendas de marcas como si estuviéramos en el Paseo de Gracia de Barcelona, así que estuvimos el tiempo justo de fotografiar el tranvía clásico que aún va arriba y abajo y salimos corriendo.
Estambul es sinónimo de História. Visitar sus museos era imprescindible para nosotros sabiendo que desde Troya hasta nuestros días hay mucha historia por ver.
El sarcófago llamado de Alejandro por las imágenes que de él hay representadas.
Un descanso en la visita
Museo de la Cerámica
Y por supuesto, no podíamos dejar de mencionar la gastronomía. A unos precios similares a los de aquí, comimos platos del país realmente estupendos y con camareros muy atentos con nosotros.
La mejor manera de reponerse de una mañana caminando y viendo piedras...
¿A que entra por la vista? Pues además estaba buenísimo!
Y mención aparte merece la repostería, basada en hojaldres, frutas, miel y frutos secos, sobre todo pistacho. He de confesar que estuve a punto de ponerme malo del atracón de pastelitos que comí, varias veces:
Mmmmmm!!!
Y poca cosa más. Fueron cuatro días intensos en Estambul que nos dejaron con las ganas de volver más adelante y si puede ser, visitando la Capadocia. A continuación os dejamos un video con más imágenes y música de allí, un estupendo recuerdo que queríamos compartir con vosotros.