Lugares para pensar. La escalera.

Las escaleras siempre han tenido una faceta inquietante para mí. En este caso, es como si esperase la aparición de alguien que no es bienvenido, sin atreverme a mirar directamente hacia abajo. La silla es como una invitación a ser valiente, a avanzar la posición para hacer frente a aquello que sube, a aquello que no deseo y temo a la vez. La silla me llama, pero permanezco en la posición de observador sin querer participar, renunciando a enfrentarme a la realidad que se ve desde su punto de vista. Sé que abajo pasan cosas de verdad, que la vida transcurre allí para lo bueno y para lo malo, pero permanezco escondido en el piso de arriba mirando asustado como un niño escondido en el fondo de un armario. La silla es un sitio para observar, para contemplar lo que sucede sin tomar partido. Y esa es su trampa, lo cómodo es sentarme a ver pasar las cosas desde arriba sin darme cuenta de que poco a poco me vuelvo huraño y asustadizo, frágil e intranscendente como el polvo que la cubre.....