La luz se iba por
momentos y los bañistas avanzaban lentamente de vuelta al
aparcamiento como una serpiente multicolor que se arrastraba atrapada entre el
agua y el muro de piedra. Era una sensación extraña, parecía como si un montón
de desconocidos huyéramos de la belleza del atardecer arrastrando toda clase de
artilugios extraños y prescindibles. Sin saber porqué alcé la cabeza y vi al
animal asomado por encima del muro
siguiendo con la mirada alguna persona que chillaba o algún crío que corría. No
pude evitar romper la fila y subir hasta
la pared de piedra seca, pero al llegar arriba vi que ya no estaba allí. Me aupé para ver el otro lado del muro y lo
vi comiendo con la cabeza gacha a un par de metros de la
pared, aunque inmediatamente tuve la desagradable impresión de que pasaba bastante de mi “¿Y ahora
que hago?”, pensé, y me pareció buena idea preguntarle cómo se llamaba, si le gustaba vivir allí, si
prefería las manzanas a las zanahorias y unas cuantas cosas más, pero lo cierto
es que él ni se inmutó. Evidentemente no
esperaba que respondiera, pero me sentí como un idiota hablándole a un animal
que no levantaba la cabeza del suelo, como si mi presencia no tuviera la más
mínima importancia para él. Un poco harto y mosqueado a la vez me puse a mirar
en silencio la puesta de sol ya que era
lo mejor que podía hacer estando allí . Pasados unos minutos dije aún mirando
al sol: “seguro que te parece que las persones hablamos demasiado para lo poco
que tenemos que decir”. Poco a poco me giré
y vi que me miraba fijamente mientras un leve movimiento de su cabeza
decía que si. Sin una razón evidente musité un discreto gracias y empecé a
bajar para buscar la polvorienta serpiente humana, aunque estaba seguro de que
si me giraba lo encontraría mirando
hacia mí con una gran sonrisa que quise compartir.
Olympus Pen F + MZuiko 12mm F2
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