Últimamente me planteo una disyuntiva cuando hago un retrato: ¿Posado o no? Si repaso las últimas fotos que he ido haciendo, ganan las imágenes en que el retratado mira a cámara. Ello es debido a que antes de hacer la foto hay una pequeña conversación (o grande) y se produce por mi parte la petición para tomar la imagen. Pero soy consciente de que ello quita frescura a la foto. Los retratos "robados" aún con el consentimiento del interesado son mucho más difíciles aunque dejan más margen para la creación, creo que me gustan más aunque requieren de más tiempo y esfuerzo para buscarme la vida fotográficamente hablando.
Como todo en esta vida, no hay una norma fija. Creo que en cada situación hay que valorar lo que queremos y cómo conseguirlo sin molestar a la gente, o en todo caso, molestarles lo mínimo posible.
En éste caso, las imágenes de Oriol que corren por ahí están muy relacionadas con su modo de ganarse la vida y yo quería retratarle a mi manera aunque fuera saltándome unas cuantas normas compositivas. La expresión del retratado es buena y encima tuve la suerte de que la puntita del dedo está iluminada, como si Oriol fuera un mago y dominara la luz a voluntad.
Bueno, en realidad también hay algo de eso...