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28 sept 2009

Una mañana con las libélulas

Acudí a la charca atraído por el verde que destacaba en medio del dorado paisaje de final de verano. El agua es fuente de vida, y allí lo pude comprobar una vez más. Cuando me puse a observar atentamente descubrí una miríada de pequeños animales que atendían sus asuntos: unos descansaban, otros vigilaban, otros comían y algunos se reproducían intuyendo que el buen tiempo estaba presto a acabarse. Lo que mas me llamó la atención fué el vuelo incesante de un enorme ejemplar de libélula (Aeshna Cyanea) que medía unos 15 cm de longitud entre alas:

Este indivíduo era el que imponía su ley en los alrededores patrullando sin cesar y echando fuera a cualquier otro bicho volador, asustándolos, dándoles golpes e incluso cazándolos. Pero lo que mas le divertía era pelearse con otros miembros de su especie.

Cuando esto sucedía iniciaban una carrera frenética que les llevaba entre cañas y árboles, lejos del agua, en una demostración de fuerza y poderío. Mientras, en la charca , otras libélulas mas pequeñas (Sympetrum Vulgatum) aprovechaban para aparearse y poner huevos sobre el agua incluso con cierta urgencia.


Pero eso duraba poco, el ronroneo azul del señor de la charca que regresaba las asustaba y volvían dócilmente a sus posaderos, a esperar otro duelo de titanes. Mientras todo eso sucedía, ví que frágiles libélulas (Erythromma Lindenii) hacían vuelos cortos entre las matas del margen ajenas al ajetreo que había sobre el agua.

Pero no hay confundir fragilidad con inocencia, sus mandíbulas no cesaban de apresar pequeños insectos incautos que pasaban a formar parte de la cadena alimentícia, supongo que muy a su pesar. La mañana ya no daba mas de sí, y me dispuse a marchar cuando ví en un rincón del estanque al antecesor del tirano volador. Aún flotaba en el agua pero ya sin gallardía, muerto, con una cura de humildad como sólo la naturaleza sabe aplicar. Y me fuí de allí pensando que la vida es dura en cualquier sitio, hermosa, pero dura.

Fotografías tomadas en el transcurso de una mañana, a finales de Septiembre. Es posible que las especies no estén exactamente identificadas, pido disculpas por ello. Si os gustan este tipo de relatos, no dejéis de pasar por el sitio del amigo Frikosal, tiene un don especial para explicar sus vivencias en la naturaleza.






7 amigos han escrito:

Anónimo dijo...

Que lindo...

e muito bem narrada a história das libélulas...enquanto lia e via as fotos, fiz um voo também...

Parabéns! Adoro suas fotos!

ercanito dijo...

Qué bien te lo pasas... La primera foto es genial. La textura del palo es grandiosa, y la nitidez absoluta. Yo ya tengo el 90 mm macro en casa, y sólo he hecho unas pocas fotos, suficiente para saber lo difícil que es cazar con éxito un bichito de éstos. Pásate hoy por mi patio, verás mi primera prueba.
Un abrazo, y gracias por todo.

kiko esperilla dijo...

Muy buena la serie Martín, la primera con la libélula comiendo es espectacular. Abrazos

Francesc Sistach dijo...

Buf! La libélula se puso las botas, pero anda que tú... Menuda cosecha.

Manuel - MGA dijo...

jajaja, esto si que es sacarle partido a una visita a al charca... Impresionantes las fotos Martín... como siempre Felicidades.

kyungmee dijo...

He encontrado su sitio en el blog Fotografias. ¡Qué maravilloso es sentarse y hermosa! Me encanta el libélulas. Iempre he tenido una relación con ellos y ellos tienen un lugar especial en mi corazón y recuerdos. Recientemente he cogido una foto de uno el otro día en el parque y había colocado la foto en mi blog. Tengo muchas ganas de seguir su sitio y lo agregaremos a la lista de mis favoritos! Gracias:)

Anónimo dijo...

pues pasaré por la galería del amigo frikosal.
;)